martes, diciembre 06, 2005

Extracto de Egipto. Moy

Egipto fue partido. Dos días allí antes de pasar doce en Etiopia y seis mas después, han hecho de su crónica un juego de cortar y pegar que intentare arreglar.
Para empezar dos días de llegada .Uno para el Nilo ancho y largo, cargado y cubierto de barquitas y barcos buscando el agosto perfecto, luces de colores, música en distorsión para los más jóvenes y cena a cielo descubierto en barco varado a sus orillas para los enamorados, de película. Me sobraron personalmente el Ramses Hilton y el Sheraton Nilo ensuciando, pero solo personalmente.
El segundo fue para el Museo Nacional. Entre las miles de sus maravillas me impresiono la mascara de 18 quilates de Tutankhamun a un palmo de mi y sus sarcófagos; ocho a modo de muñeca rusa, una silla que le perteneció de volverse loco. Esto es poco, poquísimo, pero no me da para un análisis mayor del museo y prefiero quedarme en esto, pero pudimos ver autenticas maravillas a palmo.
Vino Etiopia y se fue, y volvió Egipto ahora descontextualizado para empezar.....................parecía que tanta alegría seria difícil de conjugar con un domingo cualquiera de noviembre, pero no era un domingo cualquiera, era el domingo mas grande que quizás tendré la fortuna de vivir. Era el día señalado para ver las Pirámides de Giza con su majestuosa Esfinge.
Recuerdo que aquella mañana y de camino, me encontraba radiante; radiante por la victoria de la noche anterior y por la suerte de poder visitar una maravilla única que durante mucho tiempo me ha tenido hipnotizado.
Llegar en metro hasta Giza, coger el bus de línea y antes de llegar, ver como se levantan majestuosas por encima de edificios, coches y ruidos. Caminar los cien metros que separan la parada de bus del perímetro de seguridad y quedarme...quedarme.
Verlas, bellas las tres más grandes, custodiadas por la Esfinge de proporciones matemáticas. Entrar y recibirlas, conseguirlas y admirarlas, contemplarlas, sentirlas, vivirlas, sonarlas, tocarlas, olerlas, degustarlas.
De pie y ante ellas. De pie y ante ellas quererlas, amarlas.
Coquetear con Khefren, entrar hasta sus entrañas, oír su corazón, tocar su vida.
La nieve en la cima de Kheops, sus piedras desiguales y perfectas, su aroma húmedo y su letargo milenario.
Mikerinos y su perspectiva, y cayendo el sol, el color ocre en el viento, en sus fachadas.
La soledad entre ellas a las 17, el silencio de los siglos, la arena de desierto.
La despedida, como no, caminando hacia atrás sin perder instante ni perspectiva. Sin perder la calma, templando la emoción, despidiéndome hasta siempre.
Después de la orgía de alegría y fotos, comentarios al aire, cadenas de palabras, impresión entre els rodamons.
El lunes fue para El Cairo Antiguo en su máxima expresión. Descubrimos el mercado interminable para desembocar en la mezquita de El Azhar. La mezquita más grande y más antigua de El Cairo. Descalzos y con el mayor de los respetos pudimos pasear entre sus columnas, su suelo enmoquetado y siempre mirando hacia La Meca.
De vuelta a El Zeitoun el caos mas bello, pura fantasía como diría Bergamin. Enjambre de coches y peatones entrelazados sin carril, sin semáforos, sin distancias, esto es el centro de El Cairo.
El martes fue para Alejandría. Alejandría en atardecer, Alejandría Magna. Su faro en otro tiempo incomparable y destruido por un desproporcionado seísmo. El miércoles por la mañana nos adentramos en su biblioteca moderna, más moderna de lo esperado pero tremendamente funcional. Miles de libros, Internet y una estructura pensando en el sol. Y tres chicas egipcias, estudiantes de español, conociéndome y preguntándome, colmando su curiosidad. Gracias por acercarse, gracias por no tener miedo. En la despedida ni dos besos, ni siquiera apretón de manos. Tema religion.
De Alejandría salimos en tren y nos volvió a ver por tercera vez El Cairo. Un El Cairo que nunca me canso y en el que me sentí recogido. Un El Cairo que dejo con pena y del que me cuesta mucho deshacerme. Un El Cairo que acabo como colofón de invitados en casa de Brigitte, una chica francesa que conocimos unos días antes cerca de las Pirámides y que nos ofreció su casa si la necesitábamos y la necesitamos, y respondió y vaya que si respondió. Nos preparo cena, desayuno y un trato exquisito de regalo. Muchísimas gracias, nunca estaremos del todo en equilibrio. No quisiera obviar las vistas desde su balcón, nada más que las Pirámides de Kheops y Khefren en noche, nunca están de más.
Y antes de acabar y no menos importante por la ubicación, gracias a quien nos acogió en su casa. Me refiero a los Salesianos de El Zeitoun y especialmente a Alejandro, que nos hizo pensar y se hizo querer, que nos hizo sentir como en casa, que se desvivió por nosotros. Mil gracias.
P.D. Muxus a Donosti, petons a Barcelona. Eskerrik asko denetik, gracies per tot. Gracias por todo el apoyo necesario, por todos los mensajes. Brother, que te echo de menos tio! Se fuerte. Mama, Papa, Judi os quiero a saco. Moltes gracies Iaio.