lunes, marzo 27, 2006

OZ Y NZ. Moy

Australia se me presentaba como una joven y bella muchacha de aspecto saludable y simpatia descarada.

Siempre elegante con su bonita falda de flores, la camisa de piel de melocoton y los pendientes de gajos de naranja.

De belleza salvaje en su pelo de coral, en sus ojos de profundos lagos, rumor de mil playas en su boca, verde llanura en su vientre de sabor a pan( H d S ), el desierto abierto tras de si.

Fue en una gran ciudad al oeste del pais ( Perth ) donde nos vimos, que no miramos, ella quiso y supo vernos, nosotros tranquilos la esperabamos.

Enseguida tuvo que ausentarse por dos dias, justo lo que necesitamos para adaptarnos a la nueva ciudad , del nuevo pais, del nuevo continente.

Perth era solo de llegada, la vida para nosotros estaba en otra parte, y la manera de llegar a aquella otra parte fue la que nos dolorio la cabeza entre numeros de tren, bus, avion o coche ; y claro, no estaba ella para guiarnos.

Nos aliamos con el Indian Pacific Train, durante 48 horas consecutivas en movimiento pausado, coordinado.

A las puertas del tren y con el miedo a perderla, aparecio de nuevo con su precioso vestido azul cielo, su pelo de acacias, el color tierra nativa en su piel de miles de años.

Sin ella no hubiese sido posible tan largo viaje. Su conversacion infinita siempre inacabada; las lagrimas que le brotaban al recuerdo de antepasados aborigenes ,cuando me hablaba de estos en comunion con la tierra, amandola, cuidandola, alimentandola, manifestandole su amor y absoluta gratitud.

Cuando cruzabamos llanuras de las que hacian su hogar en el tiempo genuino y natural en el que la poblacion aborigen representaba el 100 por cien. Como extraian agua solo escuchando a la tierra, como cazaban unicamente lo necesario y siempre dando gracias, y siempre devolviendo a la tierra lo que le pertenecia.

Su hermosura al llorar me helaba el interior. Yo no le decia nada, solo la contemplaba, ahora con mas tristeza y comprension.

Mirando por la ventana del tren me costaba asimilar todo aquello; como la poblacion de espiritu libre y soñador pudo toparse con el colonialismo invasor y destructivo venido de occidente, masacrando de forma barbara, aniquilando a los pobladores hasta dejarlos en el 1 por ciento actual ( 200 mil aborigenes en la actualidad ).

Me desperte ya en Adelaide un poco desubicado y adormilado. Ella se habia ido de nuevo sin decir nada y me dejaba en la tensa incertidumbre de si la volveria a ver.

De nuevo en otra ciudad y de nuevo sin su presencia balsamica y protectora. Perdidos en mochilas y mochilones, perdidos en calles de fuego y metal, eso si, con burbujas salvavidas en parques de colores.

En una calle cualquiera, en cansancio permanente, de plomo en la espalda, Peter preguntaba por nosotros, nos dijo que le mandaba ella. Ella siempre tan atenta se preocupo en dejarnos en manos de su mejor amigo, sabia que nos ayudaria mucho en aquellos dias y su presencia supliria de la mejor manera su inesperada ausencia.

Peter tenia los ingredientes que andabamos buscando. Se nos aparecio como un chico jovial montado en su bici de pegatinas en nuestro recuerdo, de sonrisa perenne y ayuda constante. Nos hablaba de cuidar el medio, estar en armonia con el; nos hablaba de Permacultura.

Al dia siguiente, sentados con el en su jardin pudimos comprender mucho mejor a que se referia.

En la riqueza de su pequeño jardin de higuera frondosa, de tomates madurando, pimientos de colores, girasol en flor. Nos hablo de todo aquello , de la permacultura como sistema que trata de cuidar de la tierra , no agrediendola y replantando todo de lo que ella se extrae; cuidando de las personas mediante una alimentacion sana y cultivando lo necesario para su consumo, sin abarcar innecesarios excedentes. Sin duda una bonita iniciativa de sostenibilidad alimentaria y de cuidado por la tierra.

Enriquecido por todo lo que acababa de ver en aquella casa y abrumado por todo lo que brotaba de mi mente tras su ejemplo, salimos de alli citandonos con Peter para otro dia.

Adelaide se me hacia extensa en sus calles, preciosa en su alma verde.

Dos dias mas tarde Peter nos puso en contacto con una buena amiga suya, Annemarie, para que nos acercasemos a ver su granja, exito demostrado de la permacultura.

Annemarie nos recibio amablemente y despues de las presentaciones, nos abrio las puertas de su paraiso ecologico. Campos de pimientos, tomates, higueras, manzanos, perales , melocotones, ciruelas , energia solar, pozo de agua de lluvia, insecticida fabricado por insectos, trabajo de una vida, el trabajo de mas de veinte años y una mano tendida al medio ambiente que tanto nos regala y al que ninguna atencion prestamos, cuando solo hemos de coger con fuerza su mano tendida. Tan impresionados, que quien mas quien menos, ya penso en montar su propia granja de permacultura en algun lugar, en algun momento.

Buscabamos el buen mantenimiento del medio ambiente en relacion con el modo original de vida de los aborigenes, algo que solo de pensarlo me humedecia los ojos, cuando despues de destraozarles la vida lo unico que les queda es sobrevivir, cuando los que se han atrevido a quedarse en las ciudades vagan sin rumbo, sin ilusion, con los ojos vacios, el rostro enmarañado y el alcohol como peor aliado de tardes opacas; tardes largas ante la absoluta indiferencia del descendiente del invasor.

Pilawuk, mujer aborigen trabajadora en el campo de la educacion, nos explicaba con nostalgia contenida tiempos mejores de su pais y de sus familiares. Ella tuvo que emigrar a miles de kilometros de su casa para formarse y "dignificar" a todo su pueblo antes de retornar para aplicar lo aprendido todos estos años. Nos mostro fotos, bellas fotos de un arbol donde a la sombra del cual nacio su hermana, rios caudalosos en los que sus hermanos pescaban, habia mucha naturalidad, habia mucha paz y armonia.

Y todavia en Adelaide, por ultimo, un funcionario nos explicaba los programas que llevan a cabo para reintegrar a muchos chavales aborigenes que viven por la calles esnifando pegamento. Se trata de un cambio a lo natural, a cuidar canguros o caballos, a contactar con el medio del que no les debieron sacar.

Antes de despedir Adelaide, nos despedimos de Peter con la pena de no haber compartido mas con el, sin duda ella no se equivoco y puso en nuestro camino a la persona idonea, a una gran persona, a un gran amigo.

Me despertaron con un dedo en el hombro mientras dormia en el bus camino de Sydney. No se como lo hacia pero volvia a ser ella, ella en estado original, de camisa negra en representacion de sus antepasados, por su pasado, presente y futuro, la falda rojiza como la tierra que le vio nacer y en el centro el sol factor fundamental de vida.

Se ve que Sydney tampoco le interesaba aunque esta vez dejo un mensaje asegurandome que nos veriamos en otro momento, en otro lugar.

En Sydney no creyo necesario ponernos guia, asi que cada uno se perdio por la ciudad a su conveniencia, aunque todos vimos muy de cerca la Opera House y el Bridge Harbor Sydney.

Despues de tanta ciudad quisimos naturaleza mas viva, y a traves del alquiler de un coche, los ultimos tres dias los pudimos disfrutar bien cerquita del mar.

Sin que nadie se percatase de su presencia, ella ya rodaba con nosotros desde el asiento de atras del coche.

Descalza y pura, de azul turquesa en la mirada y de blanca arena en sus orillas, su compañia me acabo de cautivar. Nos señalo Terrigal; entre el viento que se escapaba de sus dedos llegamos a Birubi Beach y el olor de su pelo siempre nos recordara Moonee.

Se desvanecio tras una ola, sabia que asi seria, la senti por ultima vez mojandome los tobillos. Me besaste los pies y volviste a tu centro.

Solo espero encontrarte de nuevo, que resurjas de la tierra con toda tu fuerza, que des alas a tus hijos, que aplaques su dolor, que no se apague su esperanza.

N.Z.

Nueva Zelanda me abrumo desde el principio, primero en Auckland y sus calles locas en efervescencia de sabado por la noche, metropolis ajena e inesperadamente loca, loca de asutar. Bar de oasis al entrar para apagar el fuego del dia, curiosa atraccion de entretenimiento con salto de goma tras el Sky Building en azul y verde de noche y calle de centro de juventud ansiosa, de juventud euforica con rumbo a ningun lugar.

Como decidimos el coche de alquiler ante los unicos cuatro dias que teniamos en N. Z. al dia siguiente tocaba conducir para aprovechar al maximo el tiempo y el lugar.

Fue la Peninsula de Coromandel, al norte de la isla norte para lo que nos llego, y para ser poco, de belleza extraterrestre.

Es dificil describir y acaso imposible tan bello lugar, tanto de bonito, tanto de genuino y particular. Montañas emergiendo del mar en verde recortado, en explanadas sin fin , en accidentes imposibles, en bahias, cabos y salientes perfectos. En animales pastando, en vacas dueñas de todo, en aire puro.

El trecking y solo de una hora espectacular, por calma verde y de repente por densa selva de palmeras gigantes de ruidos animales y acabamos en cala intocable y el mar rompiendo y el suelo lleno de todo, de conchas, de piedras preciosas, de cosas por descubrir.

Y el coche de nuevo, y de nuevo mas paisajes insalvables para la memoria , para el recuerdo, para la vision de nosotros mismos. Y el ultimo dia tocaba despedida y pensamos en la playita de imaginar y supero la expectacion. De relax atardeciendo, en calita perdida con recuerdo.

Y de nuevo tambien al aeropuerto, y de nuevo tambien al avion y da ahi al Imperio, como mas tarde nos dirian, "a la panza de la bestia".