El "milagro" de Wukro...
He tenido la suerte (…y nuca mejor dicho, pues lo sorteé con Moi a cara y cruz) de escribir la crónica de Etiopía. No sufráis, él se encargará de Egipto, Israel y Palestina, que tampoco está nada mal.
Supongo que Etiopía es uno de los destinos que no olvidaremos, y tratándose de mí, eso ya quiere decir bastante sobre el lugar. Wukro en particular, me atrevo a decir que será uno de los sitios a los que todos querremos volver de una u otra forma. Todo lo que he visto y escuchado allí era nuevo para mí, y muy diferente a lo que estaba acostumbrado a ver y escuchar, tanto antes, como después de iniciado el viaje. En cierta manera nos hemos sentido como en casa, ya que toda la gente que allí hemos conocido lo ha hecho posible. Pero voy a empezar desde el principio: Addis Abeba.
Después de pasar apenas dos días en los salesianos de El Cairo (a donde volveríamos después, pues se quedaban muchas cosas pendientes), volamos hacia la capital de Etiopía, el lugar más al sur de África en el que íbamos a estar. Tuvimos que correr hacia e aeropuerto, y no falto mucho para que perdiéramos el avión. En mi cabeza en esos momentos solo había un pensamiento: poder disfrutar de las pirámides desde el cielo, pero ni esta, ni la anterior, ni la posterior, fue posible.
Llegamos a Addis Abeba a eso de las 3 de la madrugada, y las noticias que recibimos en el avión, fueron confirmadas nada más aterrizar: se habían producido revueltas los días anteriores en contra del gobierno, con el resultado de casi un centenar de muertos, toda la oposición detenida, las calles tomadas por el ejército, y el mercado más grande de África completamente desierto. Es como si la imagen que tuve de Addis Abeba aquella noche desde el avión, me anunciara lo que ocurría abajo: una ciudad de infinitas luces azules tenues, como apunto de apagarse, muy diferente a la intensidad de cualquiera de las otras ciudades que hemos sobrevolado de noche. Como suele ocurrir en estos casos, los manifestantes lanzan piedras, y el gobierno lanza balas, así que no hace falta que especifique que porcentaje de muertos pertenecían a cada bando.
Todo esto fue lo que respiramos en nuestro paseo del día siguiente por el Mercado y las calles de la ciudad, después de que aquella noche la tuviéramos que pasar en el aeropuerto, aconsejados por el personal de este, que nos prevenía de lo peligroso que seria salir de allí a esas horas según estaban las cosas. Pero aunque la situación era rara, no se puede decir que en ningún momento sintiéramos peligro alguno. El paseo por lo tanto fue de lo más interesante que me había pasado hasta entonces en el viaje, y no por experiencias puntuales, sino por la experiencia general de poder simplemente observar un cuadro tan diferente al que estoy acostumbrado (lo negativo: los euros de más que nos saco Gabriel, un tío espabilado que nos hizo de guía… una y esperemos no más, pues de todo se aprende). Él nos hablaba de pucherazo por parte del gobierno (y por lo tanto luchaba con piedras), y otros nos decían que la oposición es aun peor, pero es imposible formarse una opinión realmente acertada sobre la situación de un país al que acabas de llegar, y sobre el que apenas sabía tres cosas. Eso realmente me molesta, pero la información es tanta que me sobrepasa, así que tendré que resignarme.
Esa noche nos reunimos en mi habitación (el despacho por aquella noche), y pusimos algunos temas sobre la mesa (…las cosas no son como pensábamos). Creo que ese día fue un pequeño punto de inflexión en el viaje, aunque aun quedan más de 7 meses, casi nada…
Al día siguiente comienza nuestra primera odisea en autobús: dos días en los que atravesaremos la mitad norte de Etiopía, desde Addis Abeba hasta Mekele. Un viaje increíble que no cambiaría por ningún billete de avión, pero que fue realmente agotador, pues ni siquiera a mi me cabían las rodillas en el asiento. Por un lado, pueblos perdidos en medio de la montaña en los que parece faltar de todo, y por otro, paisajes indescriptibles a los que no parece faltarles nada. Una buena muestra de la riqueza natural de África.
Hicimos noche en “Ich” (nunca llegamos a tener claro como se escribe), una especie de pueblo apeadero a mitad de camino, donde los chinches se dieron un banquete que no olvidaran… ni ellos y ni nosotros, pues el picor duró varios días (a excepción de Moi, que parece emanar repelente de su propio cuerpo).
El lunes 7 de noviembre llegamos a Mekele, desde donde al día siguiente debíamos coger un minibús que nos llevara hasta Wukro, el lugar donde nos encontraríamos con Ángel Olarán, y donde pasaríamos los siguientes 8 días tratando de grabar y recoger toda información posible sobre su trabajo.
Lo cierto es que han sido unos días increíbles, donde me he sentido como en casa, y donde no me hubiera importando ni lo más mínimo quedarme una temporada más. Conocer St. Mary´s School fue un privilegio, a las personas que trabajan junto a Ángel, una lección, a la gente de Wukro, una experiencia, a los otros visitantes con los que coincidimos, una suerte, y conocer a Ángel una suma de todas ellas, pues es una de esas personas a las que todo el mundo debería escuchar y observar en algún momento de su vida. Si en las escuelas se pudiera aprender un 5% de su visión del mundo y su sacrificio, todo iría mucho mejor. A algunas de sus afirmaciones no hubiera llegado por mi mismo (…aunque estuvieran delante de mis narices), y otras desmoronan cualquier justificación en la que yo me hubiera escudado. Católico, ortodoxo, copto, musulmán, agnóstico, ateo… eso es secundario, cada uno tiene su fe y lo importante es como actúes.
En Wukro nos esperaban para comer, y mejor recibimiento no hubiera podido imaginar tratándose como se trata de los manjares de Jordi, de los cuales hemos disfrutado durante toda la estancia. Y allí hemos convivido con Evaristo, Aloisius, Moses, Abba Andrea, Jordi, José, Ngsti, Brhane, Kidane, Tsega, Almaz, Xabi y, por supuesto, con Abba Malaku, traducción de padre Ángel en Tigray. Creo que con mucha diferencia esas fueron las dos palabras que más escuche durante mis días en Wukro, pues cada niño podía gritarlas incontables veces a lo largo del día… “¡Abba Malaku! ¡Abba Malaku! ¡Abba Malaku!”.
Para introducir a Ángel, no me arriesgo a cometer errores, y os reproduzco algunas de las cosas que nos contó durante la entrevista del sábado 12, representativas: “Nací en Guipúzcoa, en Hernani, hace un montón de años. Trabajé durante 4 ó 5 años en un banco. Después, de alguna forma, me vino la idea de lo que era conocido como mundo de misiones o Tercer Mundo. Yo quería trabajar en África, lo tenía claro, y no se porqué. Me puse en contacto con los Misioneros de África. Me ordené con 23 años, después del servicio militar, y cuando me preguntaron que dónde quería trabajar, yo tenía preferencia por Tanzania […] Para mi Jesús es una persona muy importante. Lo que Él me ha dado no me corresponde, no es mío, es para los demás. Se me ha dado gratuitamente y lo tengo que dar gratuitamente. Creo que el desarrollo personal está en función del trabajo que yo pueda hacer para los demás. Desarrollar lo que tengo yo pero no para mí, sino para ponerlo al servicio de los demás. De esa forma yo desarrollo también mi personalidad. Este es el concepto que tengo yo de Dios […] Por una parte la ideología social de Mireri, y por otra mi experiencia personal de Jesús, me trajeron a África. Estuve 20 años en Tanzania y llevo 13 en Etiopía […] Se dice que la Iglesia es la voz de los que no tienen voz, pero yo creo que los que no tienen voz, tendrían que ser la voz de la Iglesia. Pero hoy por hoy esa gente no tiene voz en la Iglesia. No se cuenta con ellos, ni se discute con ellos, no se programa con ellos. Son algo así como el objeto de nuestra caridad, y yo creo que tendrían que ser sujetos del desarrollo. Desde esa perspectiva trabajo […] Creo que el subdesarrollo de África se debe en primer lugar a la falta de una infraestructura que anime a invertir en el continente […] Tenemos el problema de que hay muchos líderes africanos que no son honrados. En los años 60-70 África se independizó de las potencias coloniales europeas, y yo creo que ahora se tiene que independizar de muchos de sus propios líderes. Hay mucha corrupción, mucho nepotismo. Los líderes son intocables. Cuando África se independizó apenas tenía gente formada que se enfrentara, discutiera o propusiera a los políticos. El mundo universitario e intelectual está creciendo ahora, y puede que ellos empiecen a oponerse. Puede que se consiga también la independencia de los estos políticos, que entraron siguiendo la misma ideología que los europeos. Quizá haya cambiado el color, pero no la mentalidad, aprovechar el poder para beneficiarse ellos mismos […] Existe también un problema internacional. África tiene una agricultura muy fuerte y produce mucho, pero los precios se ponen en Europa. África no puede discutir los precios. Los gobiernos de aquí no pueden apoyar a sus labradores tal y como lo hacen los gobiernos europeos y americanos, por lo que estos no pueden competir con los precios del mercado, haciendo que la economía se vaya al garete. Hay gente que cultivaba café y ya no puede, ni algodón, ni azúcar, a causa de esta competición injusta en el mercado internacional, que es a todas luces criminal. Esta es una causa muy seria de la pobreza en África […] Luego también están los paraísos fiscales que se han montado los gobiernos europeos, donde ellos están libres de impuestos a la hora de vender sus productos, y sin embargo vienen aquí, y hay cantidad de impuestos que ellos no pagan, y exigen a la gente de aquí que si lo haga. Hay muchas poderosas compañías internacionales en esta situación, y los gobiernos no tienen poder sobre ellos […] Tenemos mucho que ver aquí, pero el sistema económico internacional juega muy a favor de Europa, y de una manera muy desleal. Es como quitar a una persona de aquí el pan de cada día, por si puede faltar en algún banquete de Europa. Quitamos el pan de aquí para llevar ese dinero a una sociedad que está casi desmoronándose por la riqueza […] Ayer leía unas estadísticas después de todo lo que Blair y gente como él ha dicho de que es la época de África, y eso lo escucha la población y piensa que se está haciendo algo, pero solamente en África hay 450 millones más de personas que vive peor que hace 2 años. Creo que eso de perdonar la deuda son pequeños parches, ya que por una parte perdonas la deuda, pero por otro no cambias el sistema económico que está creando dichas deudas […] Todo lo que sea ayuda para el desarrollo encuentra muchos obstáculos, pero no vemos que haya ninguno para que en este país, o en países africanos, existan aviones de guerra o armamento militar. Nunca hemos oído de una guerra aquí que acabara porque se haya acabado la munición, sin embargo muere mucha gente porque es imposible hacerles llegar comida. Y yo creo que no hay una voluntad seria, ni política, ni económica, ni religiosa de solucionar el problema […] Luego está la globalización, que es un hecho del que no podemos apearnos, y no porque África no quiera, sino porque Europa –el primer mundo-, la necesita para aprovecharse del tercer mundo- […] Yo quisiera imaginarme a un grupo de hombres y mujeres que automáticamente matara a 30.000 niños cada año. Habría una reacción impensable, serían criminales, terroristas, enemigos públicos número uno. Sin embargo, este sistema provoca la muerte de millones de niños, o que otros tantos millones, de tan solo 13 ó 14 años, tengan que prostituirse, y nadie se echa las manos a la cabeza […] Muchas de estas niñas se ven avocadas a la prostitución, pues no tienen otra salida. Y prostituyen su cuerpo, pero no su alma. En cambio, muchos de los grupos de poder de Europa es cierto que no prostituyen su cuerpo, pero prostituyen su alma a diario. Y es esa prostitución de su alma la que hace que estas niñas tengan luego que prostituir su cuerpo […] Hay quien considera que hacerse cargo de un niño es un trabajo asistencial, que no tiene nada que ver con los derechos humanos. Sin embargo, una de los primeros derechos que la persona tiene es la comida. No es algo asistencial. La comida, la salud, la educación y el techo son derechos inalienables”.
Para que iba yo a hablar de él, si no hay nadie mejor que sus propios comentarios para hacerlo. Un buen puñado de frases que tan solo representan un 50% de todo lo que realmente es, pues para descubrir el otro 50% hay que verle correr casi un kilómetro rodeado de chavales, hay que verle trabajar todo el día, hay que verle jugar como si fuera un niño más, hay que verle regar más que nadie, hay que verle visitando a las familias 4 días por semana y bromear con ellas… hay simplemente que observarle, y no haría falta ni una sola palabra más.
Lo pudimos comprobar la misma noche de nuestra llegada, pues Carlos y mi hermano le acompañaron a visitar a algunas de las familias de huérfanos que están dentro de su programa de alimentación. Es una relación muy cercana, muy familiar, y realmente parece un padre para ellos. Fue un primer contacto con la realidad de Wukro, y sus caras lo decían todo. Es un ritual que repite 4 ó 5 noches por semana: visitar a varias familias, estar con ellas un rato entre juegos y risas, y poder ver como les va. Familias de hermanos que perdieron a sus padres generalmente a causa del sida y la tuberculosis, y donde la hermana mayor, a veces de 13 y 14 años, tiene que hacerse cargo de toda la familia, pasando de ser una niña a ser una madre de la noche a la mañana. Al día siguiente fuimos Miki, otra vez Daniel, y yo. Las mismas escenas, y a pesar de todo, los niños conseguían hacer que te sintieras en casa por unos minutos. Nunca olvidaré el café al que nos invitó Almaz el día antes de marcharnos. Una habitación de no más de 15 metros cuadrados que hacía de casa, unas ramas que hacían de mantel, palomitas, galletas, y el juego de tazas preparado para las visitas. Había muy poco, pero no faltaba nada para que todo fuera realmente acogedor. Fue mi primer café desde hace muchos años… gracias Almaz.
A lo largo de los días pudimos ir conociendo y visitando algunos de los proyectos más importantes por los que lucha este hombre y sus compañeros. Trabajar por el pequeño “milagro” de conseguir alimento diario para más de 500 niños y niñas con un peso inferior al adecuado; cuidar, alimentar, y supervisar a otros 1.200 huérfanos; dedicar fondos para paliar los efectos de la tuberculosis y el sida en las personas afectadas; el St. Mary´s, una escuela pre-universitaria multidisciplinar, que permite estudiar a chicos y chicas sin recursos, y que en muchos casos les da salida al mercado laboral o a la universidad; promover el desarrollo de la mujer, y un largo etc. que sorprendería a más de uno. Nunca en mi vida había visto tanta vitalidad en una sola persona… aunque no se cuanta sería necesaria para todo un continente.
Pero han sido días muy buenos, y también pudimos disfrutar del fútbol etíope en unos cuantos partidos, en los que nuestra condición física de “trotamundillos” a quedado en entredicho (y gracias Emanuel); o de un día de riego con los chavales en otro de los programas de Ángel, la continua repoblación de zonas donde no se aprovechaba nada; o del día de mercado local, donde “alguien” se compró por un euro la camiseta que yo nunca encontré; o de alguna St. George, la cerveza etíope que nada tiene que envidiar a la española; y como no, del cumpleaños de Moisés, que el 9 de noviembre hizo 26 años. No se si alguna vez soñó con un cumpleaños como este, pero no le falto el regalo, los invitados, los caramelos, el cumpleaños feliz, y una lata de piña en almíbar que hizo las veces de tarta… quizá un par de cervezas más. ¡Felicidades otra vez!
No son pocas las cosas que se viven aquí, cada uno a su manera, pues somos diferentes. Pero creo que todos coincidimos en que si lo que buscábamos eran iniciativas positivas, hemos dado con uno de los ejemplos más claros. Wukro es un pueblo diferente desde hace 13 años, gracias al sacrificio, el trabajo y la inteligencia de Ángel y unas cuantos, aunque queda mucho camino por recorrer. El problema es que es mucho trabajo para tan pocas personas, y muy pocos recursos para tanta gente.
Espero no olvidar nunca muchas de las cosas que he visto, escuchado y aprendido aquí... gracias.
Supongo que Etiopía es uno de los destinos que no olvidaremos, y tratándose de mí, eso ya quiere decir bastante sobre el lugar. Wukro en particular, me atrevo a decir que será uno de los sitios a los que todos querremos volver de una u otra forma. Todo lo que he visto y escuchado allí era nuevo para mí, y muy diferente a lo que estaba acostumbrado a ver y escuchar, tanto antes, como después de iniciado el viaje. En cierta manera nos hemos sentido como en casa, ya que toda la gente que allí hemos conocido lo ha hecho posible. Pero voy a empezar desde el principio: Addis Abeba.
Después de pasar apenas dos días en los salesianos de El Cairo (a donde volveríamos después, pues se quedaban muchas cosas pendientes), volamos hacia la capital de Etiopía, el lugar más al sur de África en el que íbamos a estar. Tuvimos que correr hacia e aeropuerto, y no falto mucho para que perdiéramos el avión. En mi cabeza en esos momentos solo había un pensamiento: poder disfrutar de las pirámides desde el cielo, pero ni esta, ni la anterior, ni la posterior, fue posible.
Llegamos a Addis Abeba a eso de las 3 de la madrugada, y las noticias que recibimos en el avión, fueron confirmadas nada más aterrizar: se habían producido revueltas los días anteriores en contra del gobierno, con el resultado de casi un centenar de muertos, toda la oposición detenida, las calles tomadas por el ejército, y el mercado más grande de África completamente desierto. Es como si la imagen que tuve de Addis Abeba aquella noche desde el avión, me anunciara lo que ocurría abajo: una ciudad de infinitas luces azules tenues, como apunto de apagarse, muy diferente a la intensidad de cualquiera de las otras ciudades que hemos sobrevolado de noche. Como suele ocurrir en estos casos, los manifestantes lanzan piedras, y el gobierno lanza balas, así que no hace falta que especifique que porcentaje de muertos pertenecían a cada bando.
Todo esto fue lo que respiramos en nuestro paseo del día siguiente por el Mercado y las calles de la ciudad, después de que aquella noche la tuviéramos que pasar en el aeropuerto, aconsejados por el personal de este, que nos prevenía de lo peligroso que seria salir de allí a esas horas según estaban las cosas. Pero aunque la situación era rara, no se puede decir que en ningún momento sintiéramos peligro alguno. El paseo por lo tanto fue de lo más interesante que me había pasado hasta entonces en el viaje, y no por experiencias puntuales, sino por la experiencia general de poder simplemente observar un cuadro tan diferente al que estoy acostumbrado (lo negativo: los euros de más que nos saco Gabriel, un tío espabilado que nos hizo de guía… una y esperemos no más, pues de todo se aprende). Él nos hablaba de pucherazo por parte del gobierno (y por lo tanto luchaba con piedras), y otros nos decían que la oposición es aun peor, pero es imposible formarse una opinión realmente acertada sobre la situación de un país al que acabas de llegar, y sobre el que apenas sabía tres cosas. Eso realmente me molesta, pero la información es tanta que me sobrepasa, así que tendré que resignarme.
Esa noche nos reunimos en mi habitación (el despacho por aquella noche), y pusimos algunos temas sobre la mesa (…las cosas no son como pensábamos). Creo que ese día fue un pequeño punto de inflexión en el viaje, aunque aun quedan más de 7 meses, casi nada…
Al día siguiente comienza nuestra primera odisea en autobús: dos días en los que atravesaremos la mitad norte de Etiopía, desde Addis Abeba hasta Mekele. Un viaje increíble que no cambiaría por ningún billete de avión, pero que fue realmente agotador, pues ni siquiera a mi me cabían las rodillas en el asiento. Por un lado, pueblos perdidos en medio de la montaña en los que parece faltar de todo, y por otro, paisajes indescriptibles a los que no parece faltarles nada. Una buena muestra de la riqueza natural de África.
Hicimos noche en “Ich” (nunca llegamos a tener claro como se escribe), una especie de pueblo apeadero a mitad de camino, donde los chinches se dieron un banquete que no olvidaran… ni ellos y ni nosotros, pues el picor duró varios días (a excepción de Moi, que parece emanar repelente de su propio cuerpo).
El lunes 7 de noviembre llegamos a Mekele, desde donde al día siguiente debíamos coger un minibús que nos llevara hasta Wukro, el lugar donde nos encontraríamos con Ángel Olarán, y donde pasaríamos los siguientes 8 días tratando de grabar y recoger toda información posible sobre su trabajo.
Lo cierto es que han sido unos días increíbles, donde me he sentido como en casa, y donde no me hubiera importando ni lo más mínimo quedarme una temporada más. Conocer St. Mary´s School fue un privilegio, a las personas que trabajan junto a Ángel, una lección, a la gente de Wukro, una experiencia, a los otros visitantes con los que coincidimos, una suerte, y conocer a Ángel una suma de todas ellas, pues es una de esas personas a las que todo el mundo debería escuchar y observar en algún momento de su vida. Si en las escuelas se pudiera aprender un 5% de su visión del mundo y su sacrificio, todo iría mucho mejor. A algunas de sus afirmaciones no hubiera llegado por mi mismo (…aunque estuvieran delante de mis narices), y otras desmoronan cualquier justificación en la que yo me hubiera escudado. Católico, ortodoxo, copto, musulmán, agnóstico, ateo… eso es secundario, cada uno tiene su fe y lo importante es como actúes.
En Wukro nos esperaban para comer, y mejor recibimiento no hubiera podido imaginar tratándose como se trata de los manjares de Jordi, de los cuales hemos disfrutado durante toda la estancia. Y allí hemos convivido con Evaristo, Aloisius, Moses, Abba Andrea, Jordi, José, Ngsti, Brhane, Kidane, Tsega, Almaz, Xabi y, por supuesto, con Abba Malaku, traducción de padre Ángel en Tigray. Creo que con mucha diferencia esas fueron las dos palabras que más escuche durante mis días en Wukro, pues cada niño podía gritarlas incontables veces a lo largo del día… “¡Abba Malaku! ¡Abba Malaku! ¡Abba Malaku!”.
Para introducir a Ángel, no me arriesgo a cometer errores, y os reproduzco algunas de las cosas que nos contó durante la entrevista del sábado 12, representativas: “Nací en Guipúzcoa, en Hernani, hace un montón de años. Trabajé durante 4 ó 5 años en un banco. Después, de alguna forma, me vino la idea de lo que era conocido como mundo de misiones o Tercer Mundo. Yo quería trabajar en África, lo tenía claro, y no se porqué. Me puse en contacto con los Misioneros de África. Me ordené con 23 años, después del servicio militar, y cuando me preguntaron que dónde quería trabajar, yo tenía preferencia por Tanzania […] Para mi Jesús es una persona muy importante. Lo que Él me ha dado no me corresponde, no es mío, es para los demás. Se me ha dado gratuitamente y lo tengo que dar gratuitamente. Creo que el desarrollo personal está en función del trabajo que yo pueda hacer para los demás. Desarrollar lo que tengo yo pero no para mí, sino para ponerlo al servicio de los demás. De esa forma yo desarrollo también mi personalidad. Este es el concepto que tengo yo de Dios […] Por una parte la ideología social de Mireri, y por otra mi experiencia personal de Jesús, me trajeron a África. Estuve 20 años en Tanzania y llevo 13 en Etiopía […] Se dice que la Iglesia es la voz de los que no tienen voz, pero yo creo que los que no tienen voz, tendrían que ser la voz de la Iglesia. Pero hoy por hoy esa gente no tiene voz en la Iglesia. No se cuenta con ellos, ni se discute con ellos, no se programa con ellos. Son algo así como el objeto de nuestra caridad, y yo creo que tendrían que ser sujetos del desarrollo. Desde esa perspectiva trabajo […] Creo que el subdesarrollo de África se debe en primer lugar a la falta de una infraestructura que anime a invertir en el continente […] Tenemos el problema de que hay muchos líderes africanos que no son honrados. En los años 60-70 África se independizó de las potencias coloniales europeas, y yo creo que ahora se tiene que independizar de muchos de sus propios líderes. Hay mucha corrupción, mucho nepotismo. Los líderes son intocables. Cuando África se independizó apenas tenía gente formada que se enfrentara, discutiera o propusiera a los políticos. El mundo universitario e intelectual está creciendo ahora, y puede que ellos empiecen a oponerse. Puede que se consiga también la independencia de los estos políticos, que entraron siguiendo la misma ideología que los europeos. Quizá haya cambiado el color, pero no la mentalidad, aprovechar el poder para beneficiarse ellos mismos […] Existe también un problema internacional. África tiene una agricultura muy fuerte y produce mucho, pero los precios se ponen en Europa. África no puede discutir los precios. Los gobiernos de aquí no pueden apoyar a sus labradores tal y como lo hacen los gobiernos europeos y americanos, por lo que estos no pueden competir con los precios del mercado, haciendo que la economía se vaya al garete. Hay gente que cultivaba café y ya no puede, ni algodón, ni azúcar, a causa de esta competición injusta en el mercado internacional, que es a todas luces criminal. Esta es una causa muy seria de la pobreza en África […] Luego también están los paraísos fiscales que se han montado los gobiernos europeos, donde ellos están libres de impuestos a la hora de vender sus productos, y sin embargo vienen aquí, y hay cantidad de impuestos que ellos no pagan, y exigen a la gente de aquí que si lo haga. Hay muchas poderosas compañías internacionales en esta situación, y los gobiernos no tienen poder sobre ellos […] Tenemos mucho que ver aquí, pero el sistema económico internacional juega muy a favor de Europa, y de una manera muy desleal. Es como quitar a una persona de aquí el pan de cada día, por si puede faltar en algún banquete de Europa. Quitamos el pan de aquí para llevar ese dinero a una sociedad que está casi desmoronándose por la riqueza […] Ayer leía unas estadísticas después de todo lo que Blair y gente como él ha dicho de que es la época de África, y eso lo escucha la población y piensa que se está haciendo algo, pero solamente en África hay 450 millones más de personas que vive peor que hace 2 años. Creo que eso de perdonar la deuda son pequeños parches, ya que por una parte perdonas la deuda, pero por otro no cambias el sistema económico que está creando dichas deudas […] Todo lo que sea ayuda para el desarrollo encuentra muchos obstáculos, pero no vemos que haya ninguno para que en este país, o en países africanos, existan aviones de guerra o armamento militar. Nunca hemos oído de una guerra aquí que acabara porque se haya acabado la munición, sin embargo muere mucha gente porque es imposible hacerles llegar comida. Y yo creo que no hay una voluntad seria, ni política, ni económica, ni religiosa de solucionar el problema […] Luego está la globalización, que es un hecho del que no podemos apearnos, y no porque África no quiera, sino porque Europa –el primer mundo-, la necesita para aprovecharse del tercer mundo- […] Yo quisiera imaginarme a un grupo de hombres y mujeres que automáticamente matara a 30.000 niños cada año. Habría una reacción impensable, serían criminales, terroristas, enemigos públicos número uno. Sin embargo, este sistema provoca la muerte de millones de niños, o que otros tantos millones, de tan solo 13 ó 14 años, tengan que prostituirse, y nadie se echa las manos a la cabeza […] Muchas de estas niñas se ven avocadas a la prostitución, pues no tienen otra salida. Y prostituyen su cuerpo, pero no su alma. En cambio, muchos de los grupos de poder de Europa es cierto que no prostituyen su cuerpo, pero prostituyen su alma a diario. Y es esa prostitución de su alma la que hace que estas niñas tengan luego que prostituir su cuerpo […] Hay quien considera que hacerse cargo de un niño es un trabajo asistencial, que no tiene nada que ver con los derechos humanos. Sin embargo, una de los primeros derechos que la persona tiene es la comida. No es algo asistencial. La comida, la salud, la educación y el techo son derechos inalienables”.
Para que iba yo a hablar de él, si no hay nadie mejor que sus propios comentarios para hacerlo. Un buen puñado de frases que tan solo representan un 50% de todo lo que realmente es, pues para descubrir el otro 50% hay que verle correr casi un kilómetro rodeado de chavales, hay que verle trabajar todo el día, hay que verle jugar como si fuera un niño más, hay que verle regar más que nadie, hay que verle visitando a las familias 4 días por semana y bromear con ellas… hay simplemente que observarle, y no haría falta ni una sola palabra más.
Lo pudimos comprobar la misma noche de nuestra llegada, pues Carlos y mi hermano le acompañaron a visitar a algunas de las familias de huérfanos que están dentro de su programa de alimentación. Es una relación muy cercana, muy familiar, y realmente parece un padre para ellos. Fue un primer contacto con la realidad de Wukro, y sus caras lo decían todo. Es un ritual que repite 4 ó 5 noches por semana: visitar a varias familias, estar con ellas un rato entre juegos y risas, y poder ver como les va. Familias de hermanos que perdieron a sus padres generalmente a causa del sida y la tuberculosis, y donde la hermana mayor, a veces de 13 y 14 años, tiene que hacerse cargo de toda la familia, pasando de ser una niña a ser una madre de la noche a la mañana. Al día siguiente fuimos Miki, otra vez Daniel, y yo. Las mismas escenas, y a pesar de todo, los niños conseguían hacer que te sintieras en casa por unos minutos. Nunca olvidaré el café al que nos invitó Almaz el día antes de marcharnos. Una habitación de no más de 15 metros cuadrados que hacía de casa, unas ramas que hacían de mantel, palomitas, galletas, y el juego de tazas preparado para las visitas. Había muy poco, pero no faltaba nada para que todo fuera realmente acogedor. Fue mi primer café desde hace muchos años… gracias Almaz.
A lo largo de los días pudimos ir conociendo y visitando algunos de los proyectos más importantes por los que lucha este hombre y sus compañeros. Trabajar por el pequeño “milagro” de conseguir alimento diario para más de 500 niños y niñas con un peso inferior al adecuado; cuidar, alimentar, y supervisar a otros 1.200 huérfanos; dedicar fondos para paliar los efectos de la tuberculosis y el sida en las personas afectadas; el St. Mary´s, una escuela pre-universitaria multidisciplinar, que permite estudiar a chicos y chicas sin recursos, y que en muchos casos les da salida al mercado laboral o a la universidad; promover el desarrollo de la mujer, y un largo etc. que sorprendería a más de uno. Nunca en mi vida había visto tanta vitalidad en una sola persona… aunque no se cuanta sería necesaria para todo un continente.
Pero han sido días muy buenos, y también pudimos disfrutar del fútbol etíope en unos cuantos partidos, en los que nuestra condición física de “trotamundillos” a quedado en entredicho (y gracias Emanuel); o de un día de riego con los chavales en otro de los programas de Ángel, la continua repoblación de zonas donde no se aprovechaba nada; o del día de mercado local, donde “alguien” se compró por un euro la camiseta que yo nunca encontré; o de alguna St. George, la cerveza etíope que nada tiene que envidiar a la española; y como no, del cumpleaños de Moisés, que el 9 de noviembre hizo 26 años. No se si alguna vez soñó con un cumpleaños como este, pero no le falto el regalo, los invitados, los caramelos, el cumpleaños feliz, y una lata de piña en almíbar que hizo las veces de tarta… quizá un par de cervezas más. ¡Felicidades otra vez!
No son pocas las cosas que se viven aquí, cada uno a su manera, pues somos diferentes. Pero creo que todos coincidimos en que si lo que buscábamos eran iniciativas positivas, hemos dado con uno de los ejemplos más claros. Wukro es un pueblo diferente desde hace 13 años, gracias al sacrificio, el trabajo y la inteligencia de Ángel y unas cuantos, aunque queda mucho camino por recorrer. El problema es que es mucho trabajo para tan pocas personas, y muy pocos recursos para tanta gente.
Espero no olvidar nunca muchas de las cosas que he visto, escuchado y aprendido aquí... gracias.
Israel
posted by Els Rodamons at 10:12 p. m.
